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lunes, 6 de abril de 2020

EL TREN, por CRISTINA ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS



El cielo se hizo mar. Las nubes, bajo el gris blanquecino, se desplazaban como olas de temporal, vomitando de sus entrañas enormes rachas de piedra blanca que chocaban contra el caserío perdido en la penumbra de aquella prematura anochecida.
Portaba un billete de tren hacia ninguna parte. Se internó en el vagón buscando donde sentarse. Algunas personas, de expresión ausente, ocupaban su asiento. Miradas perdidas se escapaban de las cuencas de sus ojos. Unos instantes de titubeo y al cabo, optó por ocupar un lugar entre una mujer de edad incierta y un cura pelirrojo mascando chicle.

El tren avanzaba cruzando campos y traspasando cielos, la tormenta azotaba con fuerza. Se abrió la puerta del compartimento y apareció una mujer con traje de revisor. Ella le mostró su billete, pero el tono metálico de aquella voz surgida de una boca de muñeco de feria, más que increparle le balbució con palabras difícilmente inteligibles  este billete no corresponde con su asiento, es de segunda clase y usted ocupa uno de primera debe abonarme la diferencia que con la penalización asciende a 1.100 euros
La perplejidad tomó cuerpo en su rostro.
-          perdone…yo no sabía, me equivoqué, no dispongo de esa cantidad…
De nuevo la voz metálica y la boca de ventrílocuo contestó
-          hasta que haga efectivo el importe no saldrá del tren.
Confundida se replegó en su asiento buscando la mirada cómplice de algún viajero. No obtuvo respuesta, pero sí la sequedad del desierto en su garganta. 1.100 euros no los ganaba en un mes.


El traqueteo era ensordecedor, miró y rebuscó de nuevo. Ahora ya no daba crédito a lo que veía a través de una puerta entreabierta. Aquel era otro mundo. Un cielo azul se desplegaba sobre el apacible verde de las aguas de una gran piscina que se extendía hasta el horizonte y en la que se solazaban y salpicaban niños y mayores.
Quizá ahora cobraban algo de sentido los 1.100 euros. Pero ella… no sabía nada de todo aquello.
De nuevo la revisora recordándole que no había escapatoria.
El tren seguía su curso hacia ninguna parte con el traqueteo monocorde. Un frenazo les alertó de que algo estaba ocurriendo. Poco a poco las ruedas obedecieron a la frenada hasta detenerse en un lugar desconocido.
Era la ocasión propicia, había que disimular y alcanzar, sin despertar sospechas, la puerta del pasillo y a través de él colarse con huida rápida al exterior.
No hubo tiempo para la duda sus pies, impulsados por un resorte imposible, se pusieron en marcha.
Alcanzó la puerta y se tiró al vacío sintiendo cómo el aire de la noche le cruzaba la cara. En medio de la negritud se podía vislumbrar una ciudad en ruinas con muros desvencijados, edificios medio derruidos y una lluvia plomiza de agua y barro.
Comenzó a correr sin saber a dónde, pero con el alivio de haberse librado de aquel infernal tren.
Caminó y caminó atravesando calles desiertas y amparándose bajo los puentes. Lodo y pedruscos sembraban el suelo.
Al poco, una voz se hizo hueco en el espacio. No tardó en reconocerla, era la de aquella mujer, con traje de revisor balbuciente y metálica, que la amenazaba
-          Sigue vigilada, sabemos dónde se encuentra, imposible escapatoria
Se desplomó en el suelo sin ninguna esperanza que la asistiera. El frío le calaba los huesos y el hambre se retorcía en su estómago. Ya no recordaba cuánto tiempo había transcurrido. Los minutos y las horas habían desaparecido, el cansancio velaba sus ojos que no distinguían más que vagos perfiles difuminados en la oscuridad.
Permanecía quieta, agazapada, hecha un ovillo y, tras un espacio de tiempo imposible de medir, sus sentidos comenzaron a despertar.
Un rumor muy lejano se iba aproximando y cobrando fuerza hasta convertirse en terrible algarabía al tiempo que, la luminosidad del azul arañaba sus retinas.
Risas y chapoteo de niños y mayores la invitaban a adentrarse en aquel oasis de aguas dulces y ella, elevándose sobre sí misma,sin ofrecer resistencia, se sumergió en ellas.

4 comentarios:

  1. Fabuloso Cristina.Me ha encantado.Creí que al final todo habría sido un mal sueño...!!vaya pécora LA REVISORA¡

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  2. me gustó Cristina, sabes que tus relatos los encuentro interesantes, te enganchan desde el principio. ¡A por el siguinte!

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