Aquella mañana de abril la primavera se mostraba risueña. Se
había acomodado a lo largo del paseo, en las copas de los árboles, en el agua
de los surtidores, sobre los bancos donde descansaban los ancianos de tibios
semblantes.
El azul del cielo se desteñía ante el embate de los rayos y
ya, no era tan azul.
Los paseantes caminaban despacio gozando la brisa transida de
suaves aromas. El griterío infantil se colaba uniéndose, en singular armonía,
con la algarada de los pájaros.
Ella, como el resto, caminaba ensimismada. Sorprendida por la
presencia de la primavera que hoy,lucía sus encantos con la timidez de una
adolescente.
Pensó en el impecable orden de la naturaleza que nos
condiciona desde que llegamos a este mundo y cómo nuestro ciclo discurre
paralelo a ella. Podría decirse que nuestra existencia, de algún modo, recorre
cuatro estaciones. Desde nuestra primavera iniciamos un largo caminar cuyo ritmo,
decae paulatinamente hasta alcanzar un invierno en que, una intensa nevada lo
catapulta en la más ostensible quietud.
Muchas veces había considerado que ese proceso era cruel y
sin posible alternativa. Razonándolo,era un panorama contradictorio ya que, el
idílico marco de hoy, no guardaba armonía con ese final caótico y
desesperanzado. Hay algo, que no concuerda con ese orden que viene a Arriba. Y,
sin embargo, estremece pensar que el equilibrio cósmico se rompa al contacto de
esta cosa minúscula que somos los humanos.
Difícil hallar la luz necesaria. Puede que
ahí se encuentre el eterno secreto. Un secreto indescifrable a nuestra limitada
inteligencia. Un secreto que se hunde en la noche de los tiempos y que, acaso,
nos invite a abandonarnos en los sabios brazos de nuestra Madre Naturaleza.
Es el ciclo que comienza en el hondo de la nada y que prosigue
el vuelo para, finalmente, descomponerse en el blando lecho de la tierra regada,
como simiente renovada y savia vivificante. Es el misterio que se resuelve en
un inmenso círculo y hoy, un día esplendoroso, se revela con la misma
transparencia del cristal del agua.

¡Qué bonito tanto por el contenido como por lo bien escrito que está!
ResponderEliminarGracias por tu sensibilidad.
ResponderEliminar