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viernes, 27 de noviembre de 2020

EL TESTAMENTO, por CRISTINA ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS


Constantino había salido de prisión tras cumplir una condena de tres años por desórdenes públicos durante una huelga de estibadores.

Sus compañeros le habían dejado solo cargando él con las culpas. Perdió el trabajo y, lo que más le pesaba, era que esos antecedentes penales grabaron su vida con una tacha difícil de borrar. 

A su salida de prisión tuvo que alojarse en un cuartucho que le había proporcionado un antiguo amigo de su padre. Se encontraba al borde de la mendicidad, errando como cuerpo solitario por los barrios bajos de la ciudad. Esa ciudad postindustrial sumida en la bruma de los días grises.

Su ánimo se rebelaba porque a sus treinta y cinco años no tenía un proyecto de vida que llevar a cabo.

Sus padres, víctimas de una pandemia, habían fallecido y solo le quedaba una tía lejana de la cual no se sabía nada.


Aun así, Constantino apelaba a la divina providencia en aquellos días que más hubiera querido no haber nacido. Pero en su conciencia permanecía un débil rescoldo de religiosidad que su madre le había inculcado. En ocasiones extremas, se refugiaba en el atrio de una iglesia con la mano extendida aguardando la generosidad de alguna moneda. Acabada la misa, se adentraba en el templo y con inusitado fervor, unía sus manos en una plegaria a la par que, su mirada húmeda se deslizaba por aquella santa faz del Cristo crucificado.

Después deambulaba por las calles arrastrando aquel gabán muy usado, enorme para su talla, que había adquirido en una tienda de ropa de segunda mano.

La ciudad era inhóspita, sumida en una maraña de edificios mal ventilados donde él se sentía como el más perdido de los seres.


Doña Remedios tenía un carácter irascible. Bajo aquella apariencia de beatífica ancianidad, se escondía un temperamento recio, contundente, en el que había tenido que apoyarse para bregar con una vida que le había deparado álgidos momentos de felicidad frente a otros sumamente humillantes y desafortunados. Su tenacidad estaba hecha a prueba de bomba.

En su juventud se había visto abocada a un mundo de prostitución, en el que conoció a muchos hombres que no buscaban en ella más que un alivio a sus necesidades más perentorias. Fue allí donde quedó parte de su vida y, fruto de un embarazo mal aceptado, pero al fin deseado, nació su Ricardito. Un niño rubicundo de mofletes coloreados digno modelo para un cuadro de Rubens que se convirtió en el motor de su existencia.

ANTHONY PERKINS 1957

Andando los años con gran esfuerzo de su joven madre, y cumpliendo su temprana vocación, Ricardito se hizo marino para recorrer aquellos mares que bajo el influjo de las novelas de Julio Verne, tanto le atraían.


A trancas y barrancas doña Remedios bajó las escaleras de su casa para dirigirse al callejón cercano donde Polifemo parecía tener su propio urinario. El chucho se arrimaba a una de las paredes y alzando su pata la regaba con gusto. A continuación, la anciana se dirigía al colmado donde Rosarito la atendía con singular atención a la par que mantenían unos momentos de agradable conversación. Después sacaba de un viejo monedero los cuatro cuartos para pagar su menguada compra y se retiraba arrastrando a Polifemo por las callejuelas semi desiertas.

La vida de doña Remedios era muy rutinaria, procuraba salir lo menos posible ya que sus piernas le flaqueaban cada vez más. 

Pero doña Remedios era muy previsora y tantos años de soledad la obligaron a tomar decisiones muy calculadas. Sus visitas al colmado de por las tardes con la consiguiente cháchara de Rosarito constituían el único momento en el que se consideraba un ser algo sociable. En la tienda se encontraba con los rostros de siempre, gente del barrio que transitaba los mismos lugares en los que ella vivía su retirada vejez. Pero con relativa frecuencia, se topaba con un joven bastante desharrapado que lucía un gabán de largas mangas cubriendo parte de sus manos, de gruesos lentes redondos y una tez blanca y desnutrida. Solía comprar un panecillo y una sardina en salazón. Quizá era ésa su única cena. Se fijaba en él ya que por edad, le recordaba a su Ricardito y se veía siempre tan taciturno y solitario…


Aquella tarde Constantino salió de su casa arrastrando su figura desgarbada. Tras de los gruesos cristales, sus ojillos miopes saltaban con la calentura de un brillo especial. Su errabundo caminar se había tornado en paso firme que lo conducía entre la ingente masa callejera.

Su plan preconcebido tiempo atrás, iba a realizarse tal día como hoy. Las calles ofrecían el mismo aspecto de siempre, sumergidas en una espesa bruma. Nadie tenía acceso a sus pensamientos, todo lo había planeado en solitario.

En torno a él los personajes anónimos transitaban distraídamente, ellos no ofrecían ningún peligro.

-Es la hora en que doña Remedios saca el chucho a pasea y no solo a eso sino también a enguarrar la calle, qué vieja tan despreciable y pensar que está forrada, cualquiera lo diría con esa vestimenta que luce raída y maloliente-

El portal era antiguo y la escalera empinada, un olor a humedad se percibía desde todos los rincones. La bombilla escuálida alumbraba escasamente la entrada, mientras que en el techo lucían marañas negras.

-Es en el segundo piso- 

Constantino nunca se había atrevido a tanto, pero la extrema pobreza había hecho presa en él llegando a ser insoportable. No era de justicia que la vieja avara tuviera tanto debajo del colchón o, quizá en la alacena o detrás de un mugriento cuadro. Cuántas veces la había oído alardear en la tienda de lo que le mandaba su Ricardito todos los meses. Sí, Ricardito ganaba mucho dinero, navegaba desde que se hizo capitán de la marina y, que era un buen hijo, saltaba a la vista.


Doña Remedios nunca recibía visitas, era de costumbres fijas. Una vez al mes los únicos que se atrevían a llamar a su puerta eran el cobrador de la luz y el cartero que venía a traerle el consabido giro de su adorado amor.

Si por casualidad la campanilla de la puerta sonaba y ella, tras escudriñar por la mirilla, comprobaba que no correspondía a ninguna de estas dos visitas, comenzaba a vociferar con tan mala leche que el incauto que hubiera osado perturbar su soledad, salía escaleras abajo saltándose los peldaños de dos en dos.

Constantino confiaba en su habilidad, tenía que apresurarse y aprovechar la escasa media hora que la vieja dedicaba al paseo vespertino de Polifemo. Su mente ya estaba paladeando el éxito, era cuestión de un abrir y cerrar de ojos.

Con el mínimo esfuerzo introdujo la palanca en la cerradura, un par de vueltas y ésta cedió al instante.

La puerta tras emitir un quejido, se entreabrió suavemente. Constantino penetró en el interior tanteando en la oscuridad, el silencio era total pero un fuerte olor le sacudió el olfato, siguió avanzando a través de la penumbra.

Por unos instantes los latidos de su corazón aceleraron el ritmo al tiempo que una pavorosa visión contrajo sus pupilas. En el suelo yacía el cuerpo sin vida de doña Remedios y unos pasos atrás el de su fiel Polifemo… Mientras, la llave del gas dejaba escapar sus mortíferos vapores.

Pasaron unos minutos en sobreponerse, tanteó como pudo hasta cerrar la llave de paso y cortar el siniestro vaho a la par que, dirigía una inquisitiva mirada en derredor. Su mente fría comenzó a posicionarse y a hacerse dueña de la situación. Era una mísera vivienda pobremente amueblada, en el interior del dormitorio y sobre una cómoda, en lugar preferente podía observarse la fotografía enmarcada de un niño de cabellera rubia y ensortijada vestido de marinerito con un rosario en sus manos. Y sobre la cama un sobre desgarrado apresuradamente cuyo contenido era una carta mecanografiada.

Constantino no sin cierto reparo, cogió la carta. A cada línea sus ojos se contraían. No daba crédito a la breve misiva en la que se comunicaba a doña Remedios el fallecimiento de su hijo don Ricardo Mendoza capitán de la marina, a causa del naufragio sufrido por el buque en que viajaba y debido a un enorme temporal en aguas del Atlántico.

Constantino se quedó petrificado pero pronto se sobrepuso, no podía desviar su atención del objetivo que le condujo allí. Había que actuar con rapidez y sin dejar huellas. Comenzó a dar vueltas escudriñando todos los recovecos de la vivienda. Sus ojos se fijaron en una pequeña caja de lata sobre una de las mesillas de noche. Movido por la curiosidad, la abrió con cierta expectación. Una cuartilla de color rosa primorosamente doblada era el único objeto que contenía. Las letras allí escritas denotaban por su caligrafía, que pertenecían a una persona de edad avanzada y pulso tembloroso. Leyó atentamente, y comprobó cómo la firma de doña Remedios rubricaba un testamento en el que dejaba como único heredero al joven del viejo gabán, gruesos lentes y rostro pálido, cliente del colmado regentado por Rosarito y para más señas, de nombre Constantino. Todos sus ahorros se hallaban depositados en el Banco Central de la calle Marianela número diez. 

Y bajo un recuadro en la parte inferior, podía leerse en una postdata su deseo de ser enterrada junto a su fiel Polifemo en tumba bajo tierra.





sábado, 14 de noviembre de 2020

NUEVE MESES DESPUÉS

Así de triste es la soledad
Nueve meses después del confinamiento seguimos esperando la llegada de esa vacuna que, está claro, requiere un periodo de gestación mucho más largo. Estamos prácticamente en el punto de partida: seguimos confinados y ahora por partida doble. Por un lado, huyendo de aquellos lugares donde pudiera estar el maléfico virus y, por otro con la mente limitada por el miedo, por la incertidumbre, por la tristeza..., por tantas razones que confinan nuestra alma. Ya no queda mucho espacio para la alegría, para la cotidianidad que, incluso sin saberlo, nos hacía felices. Nuestra vida ha cambiado y dicen los entendidos, que cada vez  lo hará más, que nada va a ser igual. Lo peor, en mi manera de sentir, es la sensación de haber perdido la libertad, de depender, amén de las mutaciones y cabriolas del virus (ahora test negativo, mañana positivo...), de las decisiones, que no parecen muy acertadas a juzga por los resultados, por los sabios que desde La Moncloa dan ordenes y contraórdenes de difícil comprensión y mucha menos efectividad. Todo ha cambiado y, para peor. Todos hemos perdido algún amigo, o varios, o familiar. Los médicos se quejan porque ya no pueden más, los comerciantes también porque tampoco pueden más, los jubilados aguardan con resignación para poder ver a sus nietos y, lo más importante, para que el Coronavirus no los lleve por delante. La hostelería se hunde, el turismo también. Muchos dentro de poco, si no lo son ya, serán muy pobres. El Banco de Alimentos agota existencias, otras enfermedades no menos mortales no son atendidas. ¿Y los ancianos de las residencias? Ese tema prefiero casi ni tocarlo; la pandemia se los sigue llevando en soledad, algunos hace meses que no ven a sus hijos, a sus nietos, a... Los protocolos, ¡ay los protocolos!, esas medidas que los obligan al aislamiento para que no se contagien. Pero algunos no morirán de Coronavirus, morirán de pena, de tristeza, de soledad. Y para muchos es posible que estos meses, por edad, sean los últimos de su vida. Ya no les queda mucho camino para recorrer y nos empeñamos, se empeña quien dicta las normas, en dejarlos morir en soledad, sin despedida, sin...libertad para decidir si prefieren vivir, o no, en estas circunstancias. Yo me pongo en su piel y pienso qué querría yo en sus circunstancias: sin duda morir.

domingo, 9 de agosto de 2020

"ESCRIBIR CON CONGOJA NO ES ESCRIBIR" por CRISTINA ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS

 ESCRIBIR con congoja no es escribir, es vaciar los agujeros negros, es perder el tiempo con las letras, desgarrarlas, estrujarlas para que no digan nada.

Escribir con congoja es un sacrilegio, despoja de vida. Es un renuente de nuestro pasado que pretende soslayar los recuerdos cuando llegan atados a las lágrimas.

Los recuerdos cimbrean en las palabras, cosquillean en los aromas, reverdecen al transitar las calles, al mirar la casa, al detenernos en algún vago pensamiento.

El sonido pendula, pretende hacerse palabra mientras las ideas arden impulsadas por el desgarro. El sueño libera, abre espacios cerrados, huye de la vida, de lo acontecido.


Hay una hoja que verdea sobre la mesa a la vez que los libros desparramados se miran en el cristal del tablero. 

Abro un libro tallado con los pensamientos del poeta, lo recorro con la mirada del asombro. Toda la vida resumida en sus letras. Todo el espanto dibujado en sus lienzos. Me mueve el sentimiento, es como mi propia vida, tan parejas sus vivencias. Habla de su madre que también se hace mía. Sufre con la rémora de sus años. Recuerda sus manos como yo recuerdo las de la mía. Tantas veces tuve sus dedos entre los míos, arreglándole las uñas, pintándoselas de rosa plata.

Sí, todas las madres se resumen en una. Es la gran madre, la que nos nutre, la que da sentido a los días. Ahora nos consume la orfandad y con ella el extravío. La vida pierde su brillo, el susurro de las hojas nos recuerda la dulzura de su aliento, su voz eternamente serena.



 

lunes, 13 de julio de 2020

"CARMEN", por CRISTINA ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS


Hoy el día ha amanecido como una pavesa apagada. Su grisáceo manto es un acicate
para revolver pensamientos y recuerdos aletargados. Hoy, la tristeza me ha traído la
figura de aquella mujer de antaño, la que el tiempo nunca borró. Y es que, siendo yo
muy niña y sin saber casi nada de la vida, intuía que Carmen, era el triste ejemplo de
mujer maltratada.
Carmen acudía a mi casa algunos días por semana para ayudar a mi madre en las
múltiples tareas de casa. Mis cinco hermanos y yo le dábamos bastantes horas de
dedicación y trabajo y ella sola no daba abasto.
Pero Carmen a mis ojos, era una mujer singular. Provenía de algún lugar de
Extremadura y aterrizó en aquella ciudad bañada por el Ebro, al igual que tantas
personas, huyendo de la pobreza y en busca de lograr algún sustento por precario que
fuera.
Carmen, pese a su juventud, era una mujer ajada por el mal vivir. De su rostro,
prematuramente envejecido, sobresalía una raída y escasa dentadura que cuando
sonreía descubría unos huecos faltos de piezas. Su piel cetrina, sus ojos hundidos y su
cabello permanentado y ralo, le daban un aspecto de desaliño rayando en el
abandono.
Aun así, Carmen era alegre y cantarina. Se reía por cualquier cosa y de continuo en sus
labios se dibujaba el nombre de su hombre. Cada vez que lo pronunciaba, hacía una
pausa semejante a una leve y respetuosa inclinación de cabeza. Era el nombre de su
amo y señor, el que la maltrataba a diario. Cuando Carmen se refería a él se le
iluminaba la mirada y la voz le temblaba. Él era “mi Fernando”.
“Mi Fernando” no trabajaba, era un gandul que se aprovechaba de lo que ella mal
ganaba. La tenía poseída, la esperaba a la salida del trabajo todos los días y ella le
rendía cuentas. También le ponía la mano encima propinándole grandes palizas. Pero
ella lo negaba. Siempre se inventaba alguna historia para no involucrarle. La mantenía
atada física y emocionalmente. La dominaba hasta el punto de decidir los días que
debía ir al trabajo y los que no.
Carmen era, como allí llamaban a los inmigrantes “una charnega”, una pobre mujer
forastera.
Hubo una semana en que Carmen dejó de venir a casa. Al cabo de unos días apareció
con un ojo morado contando que había tenido “la gripes”. Y es que a “mi Fernando” le
gustaba empinar el codo y de ahí tanta vida devastada.
Aun así, Carmen bebía los vientos por su Fernando, jamás lo denigraba. Estaba ida por
sus huesos.
A veces Carmen y yo nos subíamos al terrado de la casa para tender la ropa bajo un sol
que asfixiaba. Una de aquellas tardes me pidió que la acompañara pues me quería
mostrar una visión que, según ella, se le repetía con cierta frecuencia. Mi inocencia de

entonces me llevó a creer sus palabras. Así que, no subimos las dos al terrado en
espera de que tal suceso se tuviera lugar. Ella me dijo:
- Estate atenta, ya verás como no tardaremos en ver en el cielo a la Virgen María
paseando con el niño Jesús dentro de su cochecito.
Yo, con mis ojos muy abiertos atentos y aguardando…
Las dos nos mirábamos, mi expresión interrogante, pero nada. Bajo aquel cielo azul y
el sol de la tarde, lo único que se movía eran las blancas sábanas colgadas de sus
alambres.
- Pero Carmen ¿por qué no vemos a la Virgen?

Ella se mantenía en silencio, incrédula. Aquella tarde la Virgen le había fallado.

lunes, 8 de junio de 2020

"EL JOVEN DEL PATIO", por CRISTINA ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS


El patio de aquella casa entrañaba algo de misterio. Era aquella, la primera vivienda
que habité cuando me casé. Mi edad, para entonces, era casi la de una niña.
Vivíamos en la segunda planta y aquel piso lo estrenamos nosotros. Cuando llegamos,
el barrio en el que se ubicaba tenía un aspecto fabril, de gran movimiento y abundante
tráfico. La calle amplia, de un solo sentido estaba muy próxima a la Rambla principal en
el centro de la ciudad. Grandes ventanales se abrían al exterior desde los que se podía
observar todo aquel bullicio que, de alguna manera, me hacía compañía, mitigando
algo mi soledad de aquellos días.
En la acera de enfrente había un bajo dedicado a un taller de coches y motos.
Recuerdo cómo uno de los empleados, con cara de cordero degollado, me observaba
cada vez que me asomaba a la ventana, me siseaba y me hacía gestos, quizá para él
halagüeños, para mí no tanto.
Pero aquel patio interior, al que daba la cocina y tres habitaciones, no estaba exento
de misterio.



El primer piso de mi bloque lo ocupaba una familia con un par de hijos algo mayores y
cuya madre, una señora bien acomodada y parlanchina sufría algún tipo de demencia
lo que se traducía en un hablar mucho para decir bien poco. Todas las mañanas oía la
conversación que mantenía con la asistenta mientras ésta callaba. Una conversación
sin pies ni cabeza y, en la que cada frase, la finalizaba con la consabida muletilla “¿qué
me entiende…?”.
Los días avanzaban y, aunque muchas veces me sentía cohibida al asomarme a la
ventana por aquel admirador gesticulante, el piso era de lo mejorcito, amplio y
luminoso.
Pero una noche de verano, bien avanzada la madrugada, me despertaron los sollozos
lejanos de una mujer que, entre gemidos pedía “socorro, socorro”. Fueron momentos
de angustia, de incertidumbre por no saber lo que yo podía hacer, mantuve el oído
atento, y al cabo de unos instantes, el silencio más absoluto se hizo amo de la noche.
Jamás volví a saber de aquel incidente ni se oyó voz alguna que lo denunciara.
Junto aquel patío había un solar vacío en el que pronto comenzaron las obras para
erigir un nuevo bloque de edificios. Lo fueron levantando con notable rapidez, peldaño
a peldaño. Desde la primera planta hasta la sexta. Los obreros colgados de sus
andamios hacían verdaderos equilibrios. Desde mi cocina yo escuchaba sus chácharas
y risas a la hora en que se tomaban el bocadillo, en cierto modo me alegraban el día.
Pero aquel patio, antes luminoso, iba perdiendo la luz a medida que la altura del nuevo
edificio se acrecentaba. A mí comenzó a faltarme el aire al comprobar cómo se iba
transformando en un pozo oscuro sin apenas alegría.
Ocurrió en una apacible mañana en que el rumor del trabajo de los albañiles, se trocó
en una ola de lamentos y lágrimas que caía del cielo como plomo de una bayoneta. Fue
entonces cuando presa de pánico me asomé al patio puesto que, los lamentos
precedían de él. Creo que me faltan palabras para contar lo que vi, mejor dicho, para
expresar lo que sentí ante la pavorosa escena que se abría a mis ojos.
En el suelo de aquel patio oscuro, otrora luminoso y, en medio de un charco de sangre,
yacía sin vida el cuerpo de uno de los obreros del edificio en ciernes. Y aquellos
lamentos, aquellas lágrimas incontenidas eran del hermano y compañero de trabajo
del infortunado muchacho que se precipitó al vació desde una sexta planta.
Instantes después cubrieron su cuerpo con plásticos en espera de la llegada del notario
para dar fe de aquel absurdo accidente laboral. Su cadáver permaneció varias horas allí
postrado, inmóvil en las que creí desfallecer de angustia. Se llamaba José María, lo
recuerdo como si hoy se hubiera producido.
Desde entonces la casa se convirtió en maldita y el patio en un pozo negro de
desventuras. Tiempo después otra serie de acontecimientos confirmaron aquella
maldición. Pero eso ya, formaría parte de otro relato.

domingo, 31 de mayo de 2020

"NO PUEDO VER EL MAR, LA NIEBLA HA CEGADO EL HORIZONTE", por CRISTINA ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS


He visto rostros embozados hasta los ojos cuyas pupilas desprendían el asombro de la
duda. Caminaban la calle en silenciosa armonía. Mudos, esquivando cualquier roce,
cualquier caricia, cualquier sonrisa.
La noche los cubría de luna y en el balbucir de las estrellas, apenas se advertía un rayo
de esperanza.
Mayo nos dice adiós.
Dulce, florido, risueño mayo de otros días. Hoy te nos muestras hosco y pesaroso,
dejando entrever la cadencia de tu luto.
Luto de sangre y muerte
Luto de confinamiento
Luto de soledad
Nunca más volveremos a lo que éramos y es que el dolor nos ha tatuado con severo
cincel. Malos sueños nos asaltan en la media noche.
Amanece un nuevo día y sigue la espera detrás de la puerta. Ayer un rebrote, nuevos
ancianos en la picota.
La angustia ahoga, aprisiona. Hay muchos vencidos que ya no alcanzarán victoria. Sólo
la muerte los libró del horror. Dura es la batalla, sí ¿quedarán fuerzas?
Otra vez mayo, mi querido mayo. Te vas como viniste, con tu rostro sellado y tus ojos
velados por tanta lágrima.
En el amanecer de mañana, tu redonda estala abrirá el paso al receloso junio. La jota
de su nombre nos va aproximando al verano.
Ayer fue marzo que con su invernada nos introdujo en la muy tediosa cuarentena.
Seguimos en ella ¿morirá junio abriéndonos sus puertas a otra primavera?

miércoles, 20 de mayo de 2020

"MAYO EN CUARENTENA", por CRISTINA ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS



HAMBRE


No, me niego a seguir contando los días de esta árida y tediosa cuarentena. Perdí la cuenta e ignoro qué día es.
Desde esta ventana mía que se abre al cielo, hoy el sol acaricia mi piel y la brisa revuelve mi pelo. También puedo ver la ciudad que se extiende como alfombra de primavera. Una ciudad que se duerme en las cinco de la tarde de este día de mayo en el que los brillos refulgen como espadas y el horizonte lejano se quiebra con las montañas.
Y bajo esta piel mía bulle la rebeldía de permanecer en prisión. Sé que el mar no está lejos, hasta aquí me alcanza su brisa, su aroma, su azul. Quisiera bordearlo todo, recorrer su arena, sumergirme en sus aguas. Beber su vida.
Pero esta árida y tediosa cuarentena nos ha limitado las horas con absurdas franjas. Los días con absurdas fases, mientras esta absurda sociedad se enfrenta, se enemista, se aleja de la cívica convivencia. Casi en pie de guerra, unos contra otros profiriendo insultos y palabras muy gruesas. Al igual que el virus, hay una mano negra que se entremete en nuestras conciencias.
Y esta obligada hibernación pronto se cobrará tres meses. Triste, muy triste balance de muertos. Se van en silencio, tan simple como un número suelto en los telediarios. Sin un rezo ni una flor. Lloraremos mucho sí, no habrá suficientes lágrimas que laven su amarga ausencia.
Pero también hay muertos con vida. Tantos y tantos que deambulan con sus despensas vacías, aguardando colas y esperando no se sabe qué mientras la ineficiencia sigue colmándoles de pobreza. Y esas conciencias queriéndose evadir de culpas, ganándose cómplices, mercadeando infames intereses.
Absurda, muy absurda cuarentena.


jueves, 14 de mayo de 2020

"DÍA SESENTA Y DOS, SEGUIMOS CONTANDO MUERTOS", por CRISTINA ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS



Estas letras armarán una corona de palabras escritas bajo el yugo de una cuarentena. Serán palomas mensajeras que volarán más allá de las lindes que nos impongan.


Estas letras hablarán al mundo de mis cuitas socavadas en la soledad de estos muros. Gritarán a la fuerza de los vientos, clamarán cual sonido de los truenos que la tierra volverá a ser nuestra, que la vida besará de nuevo nuestro cielo. Que nadie limitará nuestro albedrío imponiéndonos nuevas realidades.
Estas letras se unirán en mudo desencanto a mil corazones semejantes. Serán sudario que enjugue las lágrimas contenidas. Lucharemos más allá de cualquier sueño para volvernos a abrazar bajo el techo del mismo cielo, bajo la bandera de nuestra libertad


Estas letras buscarán entre las cárcavas resecas esa fuente limpia de unas manos oferentes de su alma generosa. Será entonces cuando las fisuras de las almas danzarán sobre la dorada tierra traspasada por la luz del Occidente, sobre el azul, sobre el aroma salobre inflamado por la brisa.


sábado, 9 de mayo de 2020

CUENTO DE "LA DAMA DE HIELO Y EL HOMBRE ENCADENADO", por CRÍSTINA ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS


Había concertado una cita con la Dama de Hielo en la ciudad de ella. Días atrás el
encuentro tuvo lugar en la ciudad de él donde, según la Dama todo pareció discurrir con
total normalidad. Fueron unas horas de armoniosa compañía y muestras de amistad por
ambas partes.
Aquella mañana él, la llamó a las diez y le dijo que a las once llegaría al lugar donde
vivía ella. Le daría un toque de teléfono cuando estuviera allí. La Dama de Hielo se
preparó con especial esmero para recibir a tan solícito galán y cuál fue su sorpresa
cuando a las once sonó el teléfono y, cogiéndolo con premura y con la convicción de
que él ya se encontraba muy próximo en la distancia, sonó su voz que, en tono suave le
decía que, por ciertas obligaciones domésticas, (ella pensaba que eran servidumbres de
hombre encadenado), no podía acudir a la cita que días antes había concertado con ella.
Entonces la Dama de Hielo se heló un poquito más y aceptó sus disculpas porque ella
era muy educada y comprensiva.
Él le dijo que la llamaría a casa en quince minutos puesto que ella en esos momentos
había ido al cajero. La Dama de Hielo subió en el ascensor un poco desencantada pues
su galán la había decepcionado. Entró en casa y pensó en los poemas de amor que él le
había mandado. En esto sonó el teléfono y nuevamente la voz de él intentaba justificar
lo que a ella le había parecido un desplante y, no solo eso, él le contó que se había
puesto muy seductor, vestido de negro. La Dama de Hielo le escuchaba sin pestañear
- el domingo iremos a comer a tu ciudad y, de aquí a una semana quizá podamos
vernos-
Entonces la Dama pensó que seguramente sería cierto lo que él le dijo la última vez que
se vieron mientras ella conducía y escuchó de sus labios que no pensaba verla nunca
más.
Más tarde, de vuelta a casa abrió el buzón para ver si había llegado el cuento que él le
había anunciado. Y así fue, el remite decía “De cine Azul”. Entró en casa y, después de
tomar asiento abrió el sobre con impaciencia y comenzó la lectura del relato.
¡Vaya! Pensó, de Dama de Hielo me ha convertido en “musa rojilla”. Pero sus ojos no
se detuvieron ahí, devoraron cada una de sus letras. Él le hablaba de muchas cosas: el paseo por su lugar de trabajo, por la catedral, por el casco antiguo bajo la mirada disoluta de don Fermín de Pas y, a continuación, enumeraba una serie de sorpresas que para ser más precisos se reducían a tres. Las dos primeras se referían al atuendo de ella que, a los ojos de él parecía sumamente provocativo. Nada más lejos para esa Dama virtuosa que provocar a “hombres encadenados”. En estos casos lo correcto es una sincera amistad.
Pero la tercera sorpresa la dejó más perpleja, se refería al sonido de un inoportuno móvil, ¡cuántas conjeturas erróneas sacó él! ¿pero cómo pudo imaginar tan disparatada historia? Ahora se explicaba el comportamiento que tuvo por teléfono.

Y la Dama ya no supo qué pensar, solo sintió una profunda desazón pues él en el cuento
se despide con la siguiente frase: “no la pienso ver más” …
Bueno querido, bromas aparte creo que el viernes no podré acudir a la cita. Voy a
intentar mandarte esta historia por Internet, si no lo consigo te la daré en mano la
próxima vez que te vea.
Hasta entonces recibe todo el “afecto” de tu “musa rojilla”

domingo, 3 de mayo de 2020

DELIA SÁNCHEZ NOS CUENTA SU VIAJE POR LOS PUEBLOS BLANCOS DE ANDALUCÍA

Al finalizar el invierno, el Ateneo organizó un viaje a Málaga para desde allí visitar varios pueblos de las rutas de los Pueblos Blancos. Yo conocía varios desde Jerez de la Frontera en compañía de mi marido y varios amigos jerezanos y son todos tan hermosos que no dudé en conocer los de Málaga, entre ellos hay dos que los visité desde Jerez, la bella Setenil y Ronda. Málaga la bella se encuentra situada en un privilegiado enclave natural, el mar Mediterráneo baña sus costas, y poblados y montes declarados Parque Natural, la circundan. Declarada Conjunto Histórico con amplias y animadas plazas y jardines, bellos monumentos y, un dicho singular ¿Quién dijo que el turismo de sol y playa está reñido con la cultura?


Vista desde el hotel MÁLAGA PALACIO

Llegamos a media mañana, y acto seguido nos dimos un paseo por la ciudad y al llegar al hotel Málaga Palacio, un clásico en la ciudad, nos animamos a subir al piso Nº 15 que tiene una bella terraza con cafetería y piscina con el lujo añadido de una panorámica espectacular de la ciudad.

Día 9) Un paseo con la guía explicando lo más destacado a su paso hasta llegar a la Catedral. La visita a la catedral me sorprendió, es bellísima pero lo que me fascinó fue el Coro, la sillería espectacular. Paseamos hasta la Plaza la Merced, y no podía faltar la foto con la escultura de Pablo Picasso y sentaditas al lado de él en el banco lo acariciamos y sonreímos con él. Seguido el teatro romano y la Alcazaba. Después del recorrido el cuerpo pedía refuerzos y nada mejor que dirigirnos al bodegón el Pimpi, emblema de la ciudad y actualmente punto de encuentro de famosos, malagueños y visitantes que valoran como entidad cultural y gastronómica de primer orden en Málaga.

EL GRUPO EN LA ALCAZABA


BODEGA EL PIMPI
 Creo que lo mas interesante del Pimpi está en la decoración interior del local, con verdadero sabor andaluz. Y donde han dejado testimonio de su paso muchos personajes conocidos, Picasso, duquesa de Alba, Carmen Thyssen, Antonio Banderas, Sara Baras Imanol Arias etc. La ciudad también es conocida por ser lugar de nacimiento del famoso pintor Pablo Picasso y cuenta con dos espacios dedicados al artista en el centro histórico: la casa natal de Picasso, situada en la plaza de la Merced, una de las principales plazas dentro de la ciudad, donde se desarrollan habitualmente actos y festivales. Pasear por la famosa calle Larios que es el eje del centro de la ciudad, con sus tiendas y edificios digamos de lujo, la cual te lleva desde la plaza de la marina en el paseo marítimo hasta la plaza de la Constitución, verdadera plaza mayor de Málaga desde la edad media.

UN ALTO EN EL PASEO MARÍTIMO 
La Ruta de los Pueblos Blancos regala, a quién se anime a recorrerla una Andalucía en dos colores. Por un lado, el blanco de sus casas encaladas. Por otro el verde de los impresionantes parajes naturales que rodean la mayor parte de esas localidades que se extienden entre la serranía de Cádiz y la serranía de Ronda, cuya belleza estriba en que se levantan majestuosamente en lo alto de las laderas y cerros por un imponente paisaje, dominado por bosques de pinos, alcornoques y encinas. En ellos la tranquilidad, la belleza, las coquetas casas blancas, el trazado estrecho y empinado de sus calles. Lugares únicos donde todavía conservan sus costumbres y tradiciones. Unas vistas increíbles que te harán viajar a otra época. Son legado de los árabes cuando gobernaron el sur de España a lo largo de siete siglos.



al fondo OJEN
Día 10) Empezamos con el primer pueblo blanco, OJEN. Ojén está considerado como uno de los pueblos con más encanto de la provincia de Málaga. Uno de sus atractivos son las cuevas de Ojén que antiguamente se utilizaban como refugio para personas y animales. En la actualidad la Cuevas Bajas están rehabilitadas para usos culturales. En cuanto a las Altas tras un hermoso pero empinado paseo nos encontramos un mirador, lugar idóneo para tomarte un respiro y admirar las espectaculares vistas de la sierra y el mar. Encaramado como una atalaya sobre el Mediterráneo, el municipio de Ojén aguardiente de hierbas, mencionando entre otros por camilo José Cela en su célebre novela La Colmena, o retratado por el mismísimo Picasso en uno de sus cuadros titulado Bodegón Español.

 EN EL MUSEO DEL  PINTOR REYNA MENESCAU EN COÍN

Coín. Una parada en Coín para visitar el museo en las dependencias del antiguo convento de Santa María de la Encarnación dedicado al Arte y Cultura, exposiciones, conferencias, conciertos, teatro y actividades variadas y este es el mágico lugar que alberga las salas del Centro Antonio Reyna Manescau, conocido como el pintor de Venecia, considerado como uno de los pintores españoles más importantes de la época.

Coín tiene otro lugar muy recomendable a la hora del almuerzo, con un ambiente acogedor y tranquilo, el Restaurante Bohemia, con cocina típica de la zona, buena elaboración de sus platos con productos agrícolas de la zona. El menú para mí fue el primero que he comido en mi vida, tan exquisito que el recordarlo me hace soñar que volveré a degustarlo. Un lugar exquisitamente cuidado y conseguido desde el primer al último rincón. Terminamos la ruta en el cercano Mijas Pueblo. La bella estampa de un sinfín de casitas blancas ascendiendo por las faldas de la sierra de Mijas, contrasta con el verde intenso de pinos ofreciéndonos una de las imágenes más pintorescas de Andalucía. Mijas Pueblo es el mayor foco de atracción para turistas tanto nacionales como internacionales debido a su belleza típica del pueblo blanco andaluz y sus miradores con vistas al mar. Y por supuesto los burros-taxi.









Desde mediados del siglo pasado el auténtico protagonista de este pequeño pueblo es el burro y una de las mayores atracciones turísticas es subirse a lomos de este hermoso animal para recorrer sus calles. El laberinto de callejuelas estrechas jalonadas por casas encaladas en blanco que se rompe a cada paso con el colorido de las macetas y los cientos de flores que decoran los balcones, es una imagen que se quedará en nuestra retina por mucho tiempo. Uno de los lugares emblemáticos del pueblo son, la Ermita de la Peña y el Mirador del Compás desde donde se disfruta de unas hermosas vistas al mar.

Plaza de toros MIJAS

Mijas tiene una bonita Plaza de Toros, está enclavada sobre la roca. Su puerta de acceso la estampa del paisaje como una típica casita blanca más. La plaza ha sido construida en forma ovalada que la convierte en una de sus principales características casi única en España.




EL GRUPO EN FRIGILIANA




FRIGILIANA


Día 11) Empezamos el día con la visita el bonito pueblo de Frigiliana. Las paredes encaladas, sus calles estrechas y sinuosas, las pequeñas casas que se encaraman unas sobre otras, un sinfín de escaleras que recorren todo el pueblo, son la herencia morisca que el paso del tiempo ha dejado en el casco antiguo de Frigiliana, uno de los mejores conservados de la provincia. Tres culturas que conviven y que representan cada año en su Festival de las tres culturas. Galardonado en 1982 con el Premio Nacional de Embellecimiento. Y su casco histórico de herencia morisca es Conjunto Histórico Artístico desde 2014. La miel de caña es el producto estrella del lugar, pues alberga la única fábrica existente aún en Europa. Un tercio de sus tres mil habitantes son extranjeros, de hasta una veintena de nacionalidades.

Seguimos ruta hacia Nerja. Nos dirigimos a las Cuevas de Nerja, esta cavidad es de gran interés arqueológico por sus pinturas rupestres, las cuales se datan como una de las más antiguas de España. Contiene una de las columnas más grandes mundo creada a través de la unión de estalactitas y estalagmitas. También podemos destacar que es una de las pocas cuevas que contiene en  su interior un teatro en el que se celebran todos los años el festival cueva de Nerja.




 Hace unos cuarenta años que las visité y aunque las cuevas son las mismas, he notado el cambio que han hecho para que los visitantes las admiren más comodamente, tanto que más de una hora de tiempo que hemos estado en ellas se hiciera escaso.




 En el centro del pueblo se puede disfrutar de uno de los lugares más emblemáticos a nivel nacional, un paseo flanqueado por palmeras hasta el Balcón de Europa, donde se puede disfrutar de magníficas vistas al mar Mediterráneo.

Día 12) Setenil de las Bodegas (Cádiz). En la ruta de los Pueblos Blancos, Setenil de las Bodegas es la localidad más singular. Sin duda. Y no lo es por la blancura de sus fachadas, que también, sino porque la mayor parte de sus viviendas son cuevas. De hecho sus intrincadas calles, lo único que se puede ver de esas casas es, precisamente la fachada y los pequeños tejadillos que las protegen.


SETENIL


SETENIL

Decimos tejadillos porque la verdadera cubierta de la mayor parte de las viviendas es la propia roca en la que están encastradas. Impacta por su belleza. Lo ideal es recorrerla con calma, las cuestas y
escaleras son realmente impactantes. Yo, en algún momento con la ayuda del brazo de Pipo, o Bernardo me fue más llevadero, e igual en Ojén y Frigiliana. Gracias amigos.


Ronda. Ronda es una de las ciudades más antiguas de España. Con unas vistas inolvidables sobre el tajo de Ronda, el Puente Nuevo fue terminado en 1793 y tardó 40 años en construirse uniendo la zona antigua de Ronda con la nueva. Sin duda alguna es el monumento más grande y famoso de Ronda.
Ronda también es conocida como la cuna de la tauromaquia. La plaza de toros de la Real Maestranza es una de las más antiguas y pintorescas de España, con capacidad para cinco mil espectadores. Francisco Romero, nacido en Ronda en 1695 es conocido por sus aportaciones en la lidia moderna. Su nieto Pedro Romero (1754- 1839) se convirtió en uno de los toreros más grandes de España. Fundó la Escuela de Tauromaquia de Ronda, aún conocida hoy en día por su clasismo y el estricto cumplimiento de las normas. En el siglo XX una segunda dinastía de toreros rondeños, los Ordoñez, constituye otra aportación de Ronda a la historia de la tauromaquia.



RONDA -EL TAJO-


TRAJES GOYESCOS EN LA PLAZA DE TOROS DE RONDA


CAYETANO ORDÓÑEZ "El niño de la Palma"




Sus dos figuras fundamentales fueron Cayetano Ordoñez (81904 -1961) y su hijo Antonio Ordoñez (1932 -1998) que despertaron, por su manera de concebir el toreo, el interés de personalidades como el cineasta Orson Welles y el escritor norteamericano Ernest Hemingway, y a los que dedicó obras como “Fiesta y Muerte en la tarde”. Fueron los Ordoñez los que inaguraron en 1954 la corrida goyesca de Ronda, con motivo de la celebración del II centenario del nacimiento de Pedro Romero. Se trata de un festejo con vestimenta y aparato de los tiempos de Francisco de Goya. La corrida tiene lugar a principios de septiembre, coincidiendo con la más popular de las tres ferias que celebra Ronda, junto a una exhibición de carruajes y enganches y una corrida de rejoneo.


PLAZA DE TOROS DE RONDA

Día 13) La mañana paseando por Málaga e incluso sentadas en una terraza en el centro de la ciudad, no me imaginaba que era la última vez que estaba en una terraza tomando un aperitivo. Seguido al aeropuerto pues el vuelo salía a las cuatro de la tarde. Al llegar a Oviedo me informan que al día siguiente entrábamos en cuarentena, si esperamos un día más en Málaga allí estaríamos ahora. Estoy en mi casita muy obediente sin salir ni un solo día. El momento que estamos pasando es muy duro y con un futuro incierto por lo que no me sentía con ánimos de ponerme a narrar mis gratas impresiones impresiones del viaje, pero estos gratos momentos fueron los que me animaron a dejar
constancia de ellos. Y sin la esperanza de volver a viajar que es mi gran pasión. Me conformaré, qué remedio, que Isabel me lo cuente y me envíe fotos al igual que mis compañeras de viaje que son muchas. Olvido el momento penoso que estamos pasando para poder decir que ha sido un viaje muy grato, hermoso, e enriquecedor. Ahora a esperar sin desesperarnos que pronto se descubra la tan ansiada vacuna.


DIVERTIRSE EN MIJAS








CATEDRAL DE MÁLAGA

                                                                                   CORO DE LA CATEDRAL DE MÁLAGA

viernes, 1 de mayo de 2020

INCIERTO MAYO, por CRISTINA ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS

No, no es tan solo este tibio amanecer que se refugia bajo la chapa blanquecina de un cielo colonizado por la bruma, en este atípico y calenturiento primero de mayo.
También podría ser un azulado primero de mayo mediterráneo con sus flores en los jardines, en sus altares. Con su brisa marinera ondeando sobre la marea.
No, no es ese mayo. Hoy es otro mayo, un primero de mayo confinado tras de los cristales, al socaire de lo que el gobierno disponga que haya que hacer en cada amanecer, en cada hora, en cada minuto, en cada fase, en cada franja.
No, no quiero sentir este mayo con la calentura de la política bullendo entre las manos.
No quiero, no puedo sufrir tanta hostilidad emanando hacia todos los lados de una humanidad que muestra su quejumbroso latir ya, muy agotado. Que no soporta los vaivenes de este confinamiento inhumano, poniendo en jaque la subsistencia de sus hijos, de sus padres y hermanos. Y de esos amigos que se muestran tan lejanos, tan solo un hilo de teléfono los mantiene escasamente comunicados. Y esas televisiones que continúan bramando a todas horas con los datos. Más, menos muertos, más curados,  menos infectados.
Mañana se nos brinda una tregua que hemos de estudiar con cuidado, no sea que nos
saltemos alguno de sus apartados y nos caiga encima la mano que sanciona.
¿Podré visitar mi mar tan añorado, quedará en el círculo mágico en el cual se me
permite dirigir mis pasos? Qué presente tan incierto al igual que ese futuro sin una
dirección certera, sin un timón que nos redima de tan enorme zozobra.

lunes, 27 de abril de 2020

REFLEXIONES DE UN JUBILADO, de JOSÉ ANTONIO FDEZ. VILLORIA

"SIEMPRE HAY ALGUNA LUZ EN ALGÚN SITIO"
Pues aquí estoy otra vez, tratando de expresar las reflexiones de un jubilado, que en esta ocasión y quizás por los cuarenta días de confinamiento o porque las pocas neuronas que me quedan están muy espesas, voy a ser irónico y contundente. Que este era un virus nuevo y con un comportamiento muy diferente a los anteriores es evidente, pero claro, para los países del primer mundo esto es una epidemia de “los chinos”, en Asia, África.. es decir, esto no era cosa nuestra. En este sentido, la prepotencia nos llevó a todos los países a la situación actual, incluso aunque la OMS nos advirtiera del peligro a finales de Enero. Pero no voy a ser yo quien vaya a criticar la falta de medidas a finales de Enero. A ver quién es el guapo que toma medidas de confinamiento sin tener ningún muerto encima de la mesa. Pero lo que realmente nos diferencia a unos países de otros son las medidas y la forma de llevarlas a cabo una vez que el virus se expande por el país. Mientras que unos países hicieron acopio de test y material sanitario para los sanitarios, personal de riesgo y ciudadanos en general, otros hicieron oídos sordos, creyendo desde la prepotencia e ignorancia que todo estaba controlado. ¿Y en que puesto nos encontramos nosotros? Pues en el número 1 del ranking. Los números cantan, somos el país del mundo con más muertos por millón de habitantes. Bueno ya sé que Bélgica tiene peores datos, pero es que en Bélgica cuentan los muertos de coronavirus tanto los que hicieron en test como los que no, y en España hacemos trampa (somos españoles) y solo contamos los que han hecho el test. Otro dato para estudiar a posteriori. Durante esta cuarentena nos han estado contando de todo y por todos, desde la organización Mundial de la Salud hasta el político de turno. Han cambiado de opinión en multitud de ocasiones y en contradicciones evidentes. “No es necesario llevar mascarillas, tan solo respetar la distancia social”, ahora resulta que si es necesario llevarla. Por cierto el que definió la distancia de seguridad como “distancia social” se ha quedado a gusto. Lo social implica acercamiento no distancia. Llevamos más de 20.000 muertos reconocidos, que seguro son muchísimos más. Más de la mitad son personas mayores. Personas mayores que algunos han pasado la guerra, todos la postguerra. Los mismos que han dado todo por sacar a sus hijos y nietos adelante, los que ayudaron con sus pensiones a salir a este país de la anterior crisis económica. Y ahora se están muriendo solos, SOLOS y sin entender muy bien que está pasando. ¿Es posible imaginarse una situación más cruel e injusta? Que el Mundo está padeciendo una pandemia es evidente, pero España es diferente, siempre tenemos un plus, un extra. En la anterior crisis económica mundial era un problema financiero, y España añadió además el suyo propio “el del Ladrillo”. Pues bien, ahora el mundo tiene una pandemia causada por el Covid 19, y nosotros le añadimos nuestra particular epidemia de “políticos en prácticas”, incapaces de reaccionar ante nada que no sea su propio beneficio político. Los españoles somos un pueblo solidario y hospitalario y creo que nos merecemos una clase política algo mejor. “Hay que lavarse las manos muy a menudo con agua y jabón, esto elimina el virus”, sin embargo recomiendan lavar la ropa a más de 60 grados. Por lo visto si la lavas a menos temperatura en lavadora con jabón durante una hora, el virus no se muere, solo lo mareas. Quizás hasta lo enfades y salga más cabreado. No tiene sentido, pero no voy a seguir contando cosas como estas porque todos las conocéis. El problema es que nos tratan como si fuésemos niños, no perdón, como idiotas. Cualquiera sale en televisión diciendo con contundencia lo que se debe y lo que no se debe hacer, y claro tú te lo crees. Bueno la idea de Trump de tomarte desinfectante esa no. Sale el Presidente en Televisión y anuncia que a partir del 26 de Abril los niños podrán salir acompañados de un adulto. Al día siguiente matizan y dicen que podrán salir acompañados de un adulto para ir al supermercado, al banco…. Solo le faltó añadir que tras la visita al supermercado, pasaran a merendar por casa de los abuelos para afianzar los lazos familiares. ¿¿¿???. Más tarde sale el vicepresidente para explicar que se había entendido mal. No señor, se entendió perfectamente, lo que han cambiado es la norma, y menos mal. Que en un Consejo de Ministro se discuta si se deben dejar o no salir a los niños, entiendo que se debe estudiar. Pero una vez que se decide que sí pueden salir, no se necesita más que sentido común para saber cómo hacerlo. “Sentido Común”, que necesitados están los políticos, o quizás que lejos de la realidad de la calle. Pero lo realmente preocupante, es que esas personas, son las mismas que están tomando decisiones trascendentes en este país. A los políticos de este país, en donde incluyo a todos los políticos sean del signo que sean, todo esto les viene muy grande. Son incapaces de gestionar la situación de forma global, y esto ya es un “sálvese quien pueda”. Se fueron tomando medidas siempre por detrás de los hechos, aconsejados por un no se sabe “comité de expertos”, haciendo comunicados por personas ajenas a la política, incapaces de proporcionar el material necesario y en condiciones óptimas, tomando medidas contradictorias. Todos están bloqueados a la hora de tomar decisiones por el miedo del “Coste Político” que les supondrá. Yo me pregunto ¿Qué COJ**** tiene que pasar en este país para que estos “políticos en prácticas” que tenemos reaccionen? Pues aquí estoy otra vez, tratando de expresar las reflexiones de un jubilado, que en esta ocasión y quizás por los cuarenta días de confinamiento o porque las pocas neuronas que me quedan están muy espesas, voy a ser irónico y contundente. Que este era un virus nuevo y con un comportamiento muy diferente a los anteriores es evidente, pero claro, para los países del primer mundo esto es una epidemia de “los chinos”, en Asia, África.. es decir, esto no era cosa nuestra. En este sentido, la prepotencia nos llevó a todos los países a la situación actual, incluso aunque la OMS nos advirtiera del peligro a finales de Enero. Pero no voy a ser yo quien vaya a criticar la falta de medidas a finales de Enero. A ver quién es el guapo que toma medidas de confinamiento sin tener ningún muerto encima de la mesa. Pero lo que realmente nos diferencia a unos países de otros son las medidas y la forma de llevarlas a cabo una vez que el virus se expande por el país. Mientras que unos países hicieron acopio de test y material sanitario para los sanitarios, personal de riesgo y ciudadanos en general, otros hicieron oídos sordos, creyendo desde la prepotencia e ignorancia que todo estaba controlado. ¿Y en que puesto nos encontramos nosotros? Pues en el número 1 del ranking. Los números cantan, somos el país del mundo con más muertos por millón de habitantes. Bueno ya sé que Bélgica tiene peores datos, pero es que en Bélgica cuentan los muertos de coronavirus tanto los que hicieron en test como los que no, y en España hacemos trampa (somos españoles) y solo contamos los que han hecho el test. Otro dato para estudiar a posteriori. Durante esta cuarentena nos han estado contando de todo y por todos, desde la organización Mundial de la Salud hasta el político de turno. Han cambiado de opinión en multitud de ocasiones y en contradicciones evidentes. “No es necesario llevar mascarillas, tan solo respetar la distancia social”, ahora resulta que si es necesario llevarla. Por cierto el que definió la distancia de seguridad como “distancia social” se ha quedado a gusto. Lo social implica acercamiento no distancia. Llevamos más de 20.000 muertos reconocidos, que seguro son muchísimos más. Más de la mitad son personas mayores. Personas mayores que algunos han pasado la guerra, todos la postguerra. Los mismos que han dado todo por sacar a sus hijos y nietos adelante, los que ayudaron con sus pensiones a salir a este país de la anterior crisis económica. Y ahora se están muriendo solos, SOLOS y sin entender muy bien que está pasando. ¿Es posible imaginarse una situación más cruel e injusta? Que el Mundo está padeciendo una pandemia es evidente, pero España es diferente, siempre tenemos un plus, un extra. En la anterior crisis económica mundial era un problema financiero, y España añadió además el suyo propio “el del Ladrillo”. Pues bien, ahora el mundo tiene una pandemia causada por el Covid 19, y nosotros le añadimos nuestra particular epidemia de “políticos en prácticas”, incapaces de reaccionar ante nada que no sea su propio beneficio político. Los españoles somos un pueblo solidario y hospitalario y creo que nos merecemos una clase política algo mejor. “Hay que lavarse las manos muy a menudo con agua y jabón, esto elimina el virus”, sin embargo recomiendan lavar la ropa a más de 60 grados. Por lo visto si la lavas a menos temperatura en lavadora con jabón durante una hora, el virus no se muere, solo lo mareas. Quizás hasta lo enfades y salga más cabreado. No tiene sentido, pero no voy a seguir contando cosas como estas porque todos las conocéis. El problema es que nos tratan como si fuésemos niños, no perdón, como idiotas. Cualquiera sale en televisión diciendo con contundencia lo que se debe y lo que no se debe hacer, y claro tú te lo crees. Bueno la idea de Trump de tomarte desinfectante esa no. Sale el Presidente en Televisión y anuncia que a partir del 26 de Abril los niños podrán salir acompañados de un adulto. Al día siguiente matizan y dicen que podrán salir acompañados de un adulto para ir al supermercado, al banco…. Solo le faltó añadir que tras la visita al supermercado, pasaran a merendar por casa de los abuelos para afianzar los lazos familiares. ¿¿¿???. Más tarde sale el vicepresidente para explicar que se había entendido mal. No señor, se entendió perfectamente, lo que han cambiado es la norma, y menos mal. Que en un Consejo de Ministro se discuta si se deben dejar o no salir a los niños, entiendo que se debe estudiar. Pero una vez que se decide que sí pueden salir, no se necesita más que sentido común para saber cómo hacerlo. “Sentido Común”, que necesitados están los políticos, o quizás que lejos de la realidad de la calle. Pero lo realmente preocupante, es que esas personas, son las mismas que están tomando decisiones trascendentes en este país. A los políticos de este país, en donde incluyo a todos los políticos sean del signo que sean, todo esto les viene muy grande. Son incapaces de gestionar la situación de forma global, y esto ya es un “sálvese quien pueda”. Se fueron tomando medidas siempre por detrás de los hechos, aconsejados por un no se sabe “comité de expertos”, haciendo comunicados por personas ajenas a la política, incapaces de proporcionar el material necesario y en condiciones óptimas, tomando medidas contradictorias. Todos están bloqueados a la hora de tomar decisiones por el miedo del “Coste Político” que les supondrá. Yo me pregunto ¿Qué COJ**** tiene que pasar en este país para que estos “políticos en prácticas” que tenemos reaccionen? Pues aquí estoy otra vez, tratando de expresar las reflexiones de un jubilado, que en esta ocasión y quizás por los cuarenta días de confinamiento o porque las pocas neuronas que me quedan están muy espesas, voy a ser irónico y contundente. Que este era un virus nuevo y con un comportamiento muy diferente a los anteriores es evidente, pero claro, para los países del primer mundo esto es una epidemia de “los chinos”, en Asia, África.. es decir, esto no era cosa nuestra. En este sentido, la prepotencia nos llevó a todos los países a la situación actual, incluso aunque la OMS nos advirtiera del peligro a finales de Enero. Pero no voy a ser yo quien vaya a criticar la falta de medidas a finales de Enero. A ver quién es el guapo que toma medidas de confinamiento sin tener ningún muerto encima de la mesa. Pero lo que realmente nos diferencia a unos países de otros son las medidas y la forma de llevarlas a cabo una vez que el virus se expande por el país. Mientras que unos países hicieron acopio de test y material sanitario para los sanitarios, personal de riesgo y ciudadanos en general, otros hicieron oídos sordos, creyendo desde la prepotencia e ignorancia que todo estaba controlado. ¿Y en que puesto nos encontramos nosotros? Pues en el número 1 del ranking. Los números cantan, somos el país del mundo con más muertos por millón de habitantes. Bueno ya sé que Bélgica tiene peores datos, pero es que en Bélgica cuentan los muertos de coronavirus tanto los que hicieron en test como los que no, y en España hacemos trampa (somos españoles) y solo contamos los que han hecho el test. Otro dato para estudiar a posteriori. Durante esta cuarentena nos han estado contando de todo y por todos, desde la organización Mundial de la Salud hasta el político de turno. Han cambiado de opinión en multitud de ocasiones y en contradicciones evidentes. “No es necesario llevar mascarillas, tan solo respetar la distancia social”, ahora resulta que si es necesario llevarla. Por cierto el que definió la distancia de seguridad como “distancia social” se ha quedado a gusto. Lo social implica acercamiento no distancia. Llevamos más de 20.000 muertos reconocidos, que seguro son muchísimos más. Más de la mitad son personas mayores. Personas mayores que algunos han pasado la guerra, todos la postguerra. Los mismos que han dado todo por sacar a sus hijos y nietos adelante, los que ayudaron con sus pensiones a salir a este país de la anterior crisis económica. Y ahora se están muriendo solos, SOLOS y sin entender muy bien que está pasando. ¿Es posible imaginarse una situación más cruel e injusta? Que el Mundo está padeciendo una pandemia es evidente, pero España es diferente, siempre tenemos un plus, un extra. En la anterior crisis económica mundial era un problema financiero, y España añadió además el suyo propio “el del Ladrillo”. Pues bien, ahora el mundo tiene una pandemia causada por el Covid 19, y nosotros le añadimos nuestra particular epidemia de “políticos en prácticas”, incapaces de reaccionar ante nada que no sea su propio beneficio político. Los españoles somos un pueblo solidario y hospitalario y creo que nos merecemos una clase política algo mejor.