He visto rostros embozados hasta los ojos cuyas pupilas desprendían el asombro de la
duda. Caminaban la calle en silenciosa armonía. Mudos, esquivando cualquier roce,
cualquier caricia, cualquier sonrisa.
La noche los cubría de luna y en el balbucir de las estrellas, apenas se advertía un rayo
de esperanza.
Mayo nos dice adiós.
Dulce, florido, risueño mayo de otros días. Hoy te nos muestras hosco y pesaroso,
dejando entrever la cadencia de tu luto.
Luto de sangre y muerte
Luto de confinamiento
Luto de soledad
Nunca más volveremos a lo que éramos y es que el dolor nos ha tatuado con severo
cincel. Malos sueños nos asaltan en la media noche.
Amanece un nuevo día y sigue la espera detrás de la puerta. Ayer un rebrote, nuevos
ancianos en la picota.
La angustia ahoga, aprisiona. Hay muchos vencidos que ya no alcanzarán victoria. Sólo
la muerte los libró del horror. Dura es la batalla, sí ¿quedarán fuerzas?
Otra vez mayo, mi querido mayo. Te vas como viniste, con tu rostro sellado y tus ojos
velados por tanta lágrima.
En el amanecer de mañana, tu redonda estala abrirá el paso al receloso junio. La jota
de su nombre nos va aproximando al verano.
Ayer fue marzo que con su invernada nos introdujo en la muy tediosa cuarentena.
Seguimos en ella ¿morirá junio abriéndonos sus puertas a otra primavera?

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