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viernes, 1 de mayo de 2020

INCIERTO MAYO, por CRISTINA ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS

No, no es tan solo este tibio amanecer que se refugia bajo la chapa blanquecina de un cielo colonizado por la bruma, en este atípico y calenturiento primero de mayo.
También podría ser un azulado primero de mayo mediterráneo con sus flores en los jardines, en sus altares. Con su brisa marinera ondeando sobre la marea.
No, no es ese mayo. Hoy es otro mayo, un primero de mayo confinado tras de los cristales, al socaire de lo que el gobierno disponga que haya que hacer en cada amanecer, en cada hora, en cada minuto, en cada fase, en cada franja.
No, no quiero sentir este mayo con la calentura de la política bullendo entre las manos.
No quiero, no puedo sufrir tanta hostilidad emanando hacia todos los lados de una humanidad que muestra su quejumbroso latir ya, muy agotado. Que no soporta los vaivenes de este confinamiento inhumano, poniendo en jaque la subsistencia de sus hijos, de sus padres y hermanos. Y de esos amigos que se muestran tan lejanos, tan solo un hilo de teléfono los mantiene escasamente comunicados. Y esas televisiones que continúan bramando a todas horas con los datos. Más, menos muertos, más curados,  menos infectados.
Mañana se nos brinda una tregua que hemos de estudiar con cuidado, no sea que nos
saltemos alguno de sus apartados y nos caiga encima la mano que sanciona.
¿Podré visitar mi mar tan añorado, quedará en el círculo mágico en el cual se me
permite dirigir mis pasos? Qué presente tan incierto al igual que ese futuro sin una
dirección certera, sin un timón que nos redima de tan enorme zozobra.

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